Te vi otra vez, te recibí con un abrazo, te regalé un libro y varias de mis historias. Platicamos de viajes, de comidas árabes, griegas y yucatecas. De la quinta de mi abuelo. De los mejores restaurantes en la ciudad de México. Del clima, de la dieta blanda y de los alimentos inflamadores. De música. Nos despedimos tres veces. La primera te di un abrazo y te dije: Me debes el café. Y seguimos conversando de eso. Hiciste planes otra vez y me ofreciste hasta después de las fiestas. En la segunda me dijiste: Me dió gusto verte. No recuerdo si te contesté. Dijiste que tal vez sería bueno vernos al día siguiente. Te dejé hacer planes nuevamente. Platicamos de libros, y dijiste: Podríamos ir a la feria del libro y después al café, yo solo pensaba en el postre...
En la tercera te dí un beso suave en tu mejilla derecha, mientras rozaba con mi mano, suavemente, la izquierda.
En la tercera te dí un beso suave en tu mejilla derecha, mientras rozaba con mi mano, suavemente, la izquierda.
