martes, mayo 28, 2013

El viento de Neruda

Uno de mis libros descansaba a mi lado.  Los versos del capitán de Neruda. Mientras escuchaba tu voz del otro lado del teléfono noté su presencia a mi costado.  Me imaginé contigo en La noche en la isla, mientras me contabas no sé cuantas cosas, de tu día, de los chicos… Murmuré el viento…

 

Deja que el viento corra

coronado de espuma,

que me llame y me busque

galopando en la sombra,

mientras yo, sumergido

bajo tus grandes ojos,

por esta noche sola

descansaré, amor mío.

 

 

Corazón… ¿Qué hago contigo?

 

 

lunes, mayo 27, 2013

Grandes ojos verdes

Lo noté entre la gente. Era un niño moreno, de aproximadamente unos  12 o 13 años, vestido modestamente, limpio, en contraste con sus zapatos tenis, viejos  y sucios. Ofrecía periódicos en la parada de autobús, platicaba con una señora que no le prestaba atención sonriendo frecuentemente, la señora le dio la espalda en actitud cortante y el niño se movió frente a ella, para terminar su charla. Después se acercó a una muchacha con los periódicos  en la mano, como escudo. La muchacha movió la cabeza en tono negativo. Pero lo escuchó con paciencia. El niño sonreía a cada persona que invitaba a comprar el periódico.

 

Pensé en que si todos hiciéramos nuestro trabajo con esa alegría de un vendedor de periódicos, el mundo fuera otro.

Recordé cuando papá - una lección de domingo- nos puso a mi hermana y a mí a vender periódico en la esquina de la casa.  Recordé que apenas ganaría unos cuantos pesos por periódico vendido.. Cuando hicimos el recuento me dijo: Toma esto es el dinero que ganaste, unos 5 pesos aprox. Viendo mis monedas en la mano le dije que no me alcanzaba para nada, entonces mi papá me dijo: hay muchas personas que eso es lo que ganan. Y con eso comen y mantienen una familia.  – Glup-.

 

Entonces busqué en mi bolsa, encontrando una moneda de 10 pesos. Intenté acercarme a la puerta sin éxito, entonces busqué abrir la ventana. “Niño” – le dije – Se acercó apresurado, tratando de separar rápidamente un periódico del paquete que portaba en el pecho…. –No – le dije.. – Es para ti. ¿Para mí? Abrió unos grandes ojos verdes que no había notado los cuales contrastaban con su piel morena. Su expresión mostraba sorpresa e inmediatamente una gran sonrisa acompañó su “Gracias”. Lo dejé con una expresión, tenía en la cara en el rostro de Navidad.

 

Causas de la infidelidad masculina

 

VEAMOS... La infidelidad es un tema recurrente, me gustaría revisar algunas causas de la infidelidad masculina. Después de una profunda reflexión obtuve los siguientes resultados:

 

1. Autoestima muy baja: necesitan demostrar a los demás y a sí mismos que pueden tener a más de una mujer.

 

2. Homosexualidad reprimida o no asumida: de pequeño le enseñaron que debía ser "machito", no queda conforme con las mujeres, busca y busca, y no consigue plenitud, porque lo que realmente necesita es a un hombre.

 

3. Valores trastocados: en su familia y cercanos vivió la infidelidad, desde pequeño, como algo natural y correcto. Nadie le mostró el error.

 

4. Complejo Edípico: buscan en las mujeres, a la madre y no logran encontrarla.

 

5. Desequilibrio mental: en todo ámbito presentan conductas ambiguas, son indecisos, inseguros y no tienen idea de lo que quieren realmente.

 

6. Impotencia mental: pueden lograr una mediana satisfacción física, pero en lo psicológico quedan tambaleando.

 

7. Machismo retrógrado y enfermizo: sienten la necesidad de demostrarse a sí mismos y a los de su género, que pueden satisfacer a más de una mujer.

 

8. Traumas con ecos de venganza: sufrieron una infidelidad en su pasado que les marcó con tal fuerza que se desquitan con aquellas mujeres que ninguna culpa tienen.

 

9. Búsqueda de la fama: les gusta sentir que se les conoce como Don Juan, es como un título de nobleza para ellos.

 

10. Debilidad de carácter: no pueden decir "no".

 

11. Por moda: es lo que se estila en su medio o en su familia.

 

12. Por complejo de inferioridad: las mujeres que conquista le hacen sentirse superior y dominante, es la única forma de apagar un poquito su problema.

 

13. Apagón mental: en alguna parte del camino se perdieron y es más, se confundieron.

 

14. Sadismo: disfrutan haciendo sufrir a las mujeres.

 

15. Mitomanía: son mentirosos por naturaleza y la infidelidad les permite obtener gran plenitud mintiéndole a todo el mundo, incluso a sí mismos.

 

¿Conocen a otro tipo de infiel?Si es así ayúdenme con la clasificación.

 

Tomado de:

http://cc.bingj.com/cache.aspx?q=infidelidad+masculina&d=4852888823269400&mkt=es-MX&setlang=es-MX&w=BzSgE2HjzSqe1u4KO6wGAYvr2XTgT-_J

 

lunes, mayo 20, 2013

Palabra de honor

El texto fue tomado del libro “ La otra historia de México, Díaz y Madero, la espada y el espíritu” de Armando Fuentes Aguirre “ Catón”.

 

Los hijos del HEROICO COLEGIO MILITAR  han hecho siempre honor a su plantel, y como muestra es este relato. En el año de 1892 murió don Carlos Fuero.

Una calle en la ciudad de Saltillo, Coahuila y una en Parral, Chihuahua, lleva su nombre. Ese homenaje y más merece por el hecho que ahora voy a narrar.

A la caída de Querétaro quedó prisionero de los Juaristas el General Don Severo del Castillo, Jefe del Estado Mayor de Maximiliano. Fue condenado a muerte, y su custodia se encomendó al Coronel Carlos Fuero. La víspera de la ejecución dormí el Coronel cuando su asistente lo despertó. El General del Castillo, le dijo, deseaba hablar con él. Se vistió de prisa Fuero y acudió de inmediato a la celda del condenado a muerte. No olvidaba que don Severo había sido amigo de su padre.

-Carlos – Le dijo el General, -- perdona que te haya hecho despertar. Como tú sabes me quedan unas horas de vida, y necesito que me hagas un favor. Quiero confesarme y hacer mi testamento. Por favor llama al padre Montes y al licenciado José María Vázquez.-

-Mi General – respondió Fuero- no creo que sea necesario que vengan esos señores-

-¿Cómo? – se irritó el General del Castillo – Te estoy diciendo que deseo arreglar las cosas de mi alma y de mi familia, ¿ y me dices que no es necesario que vengan el sacerdote y el notario? –

-En efecto, mi General – repitió el Coronel Republicano. – No hay necesidad de mandarlos llamar. Usted irá personalmente a arreglar sus asuntos y yo me quedaré en su lugar hasta que usted regrese. –

Don Severo se quedó estupefacto. La muestra de confianza que le daba el joven Coronel era extraordinaria.

-Pero, Carlos- le respondió emocionado- ¿Que garantía tienes de que regresaré para enfrentarme al pelotón de fusilamiento?

-Su PALABRA DE HONOR, mi general – contestó Fuero.

-Ya la tienes- dijo don Severo abrazando al joven Coronel.

Salieron los dos y dijo Fuero al encargado de la guardia:

 

-El Señor General del Castillo va a su casa a arreglar unos asuntos. Yo me quedaré en su lugar como prisionero. Cuando él regrese, me manda usted despertar. –

A la mañana siguiente, cuando llegó al cuartel el superior de Fuero, General Sostenes Rocha, el encargado de la guardia le informó lo sucedido. Corriendo fue Rocha a la celda en donde estaba  Fuero y lo encontró durmiendo tranquilamente. Lo despertó moviéndolo.

-¿Qué hiciste Carlos? ¿Por qué dejaste ir al General?-

-Ya volverá- le contestó Fuero. – Si no, entonces me fusilas a mí y asunto arreglado. –

En ese preciso momento se escucharon pasos en la acera.

-¿Quién vive? – gritó el centinela.

-¡México! – respondió la vibrante voz del General Del Castillo. – Y un prisionero de guerra. –

-Cumpliendo su PALABRA DE HONOR volvía Don Severo para ser fusilado.

El final de esta historia es muy feliz. El General Del Castillo no fue pasado por las armas. Rocha le contó a don Mariano Escobedo lo que había pasado, y éste a don Benito Juárez. El Benemérito, conmovido por magnanimidad de los dos militares, indultó al General y ordenó la suspensión de cualquier procedimiento contra Fuero. Ambos eran hijos del Colegio Militar; ambos hicieron honor a la Gloriosa institución.

 

 

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Quedan muchas familias que a sus hijos les inculcan a tener palabra, PALABRA DE HONOR.

Aunque no lo crean, esa es una de las esperanzas de México.

Una mujer hermosa...

"Una mujer hermosa agrada a los ojos; una mujer buena agrada al corazón; la primera es un dije; la segunda es un tesoro."

Napoleón Bonaparte

 

miércoles, mayo 15, 2013

Crónicas de NY - cinco

Desayunamos en el hotel, el servicio y el sabor no es muy bueno,  aunque el precio digamos era accesible. El lugar, era lindo. Decorado con un estilo deco, bóvedas con nervaduras, candelabros del siglo pasado, decorados con frescos y adornos en columnas y paredes al estilo parisino. Muy lindo.  En una pared, carteles con obras de Broadway. Salimos cerca de las 9am, subimos al turibús NY sightseeing  a dar un recorrido matutino, la mañana estaba fresca y un poco nublado como el día anterior. Es impresionante los diferentes paisajes que ofrece Manhattan, lo nuevo y lo viejo bailan al mismo son, edificios antiguos con detalles modernos en un toque muy ecléctico, no pierde el sabor de siglos atrás. Edificios inteligentes, azoteas verdes. Belleza doquier  . Bajamos en Battery Park, ahí está el muelle para la salida de la estatua de la libertad, llegamos ahí cerca de las 10 a.m.  la fila de daba la vuelta al parque, un cálculo rápido, más de mil personas ahí. Pregunté a un guardia me dijo que el tiempo de espera aproximado era de 3 horas. Pregunté a qué hora iniciaban las salidas y me dijo que a las 8 am.  Me acerqué al grupo, no perderíamos 3 horas ahí. Era mejor levantarnos más temprano y tomar el paseo al día siguiente. Aceptaron. Caminamos por el distrito financiero. En una esquina una pequeña iglesia de estilo neogótico, en el tour del autobús había llamado mi atención, es la Iglesia de la Trinidad. Pasamos por un costado y descubro la entrada, les digo al grupo: Voy a entrar.  Era una especie de pasadizo, o me sentí en él, las escaleras en túnel llegan hasta una especie de zaguán de un lado, con un patio, y del otro, el cementerio. Lápidas de piedra, se veían antiguas, algunas con las letras ya borradas por el paso del tiempo. Me acerco a varias con esperanza de ver los datos, algunas de principios de 1900, 1800, 1740. Todo un viaje al pasado. Imagine los tiempos en donde la gente llegaba en carruajes a los servicios religiosos, apellidos del pasado Wharton, Fulton, Bates, . Había una especie de reunión por la entrada principal, sonreímos y pasamos al interior. Una gran nave con cielos abovedados con nervaduras, en tonos grises, y vitrales multicolores. Una hermosa puerta al parecer de bronce dividía la tienda con artículos religiosos y libros sobre la iglesia. Si ésta está hermosa – pensé… – que será cuando vea la de Bernini? :S

 

Seguimos caminando, no había mucha gente por la calle, llegamos hasta la zona cero. Las nuevas torres se despuntan en el horizonte, las grúas y los trabajadores tenían rato trabajando. Fila de espera, debes de ir con reservación, aunque es gratuito el tour. Está abierto los jardines. Una gigantesca rata (del tamaño de un gato) Se abre paso entre la gente, la miro con horror mientras me  preparo por si cambia su rumbo hacia mí. Se mete a la coladera más próxima. Me acerco a los chicos. Aunque sea Manhattan, también hay ratas. Decidimos no hacer el tour, les dije, -estamos cerca del puente de Brooklyn, podemos ir por ahí y después a Little Italy y Chinatown…  Aceptaron gustosos, a Blas se le iluminó el rostro.

 

El taxi nos dejó a algunas cuadras. Caminan derecho por esta vialidad y ahí verán el puente de Brooklyn-dijo el taxista- Agradecimos y me detuve en una tienda de artículos fotográficos. Compré mi nuevo lente… .  Caminamos en los alrededores del City hall. Había un grupo de orientales (nunca sé si son japoneses o chinos) tocando instrumentos extraños, la música era ligera y perfumaba el ambiente. Caminamos por una especie de puente, al parecer estaba en remodelación, había vallas de madera a ambos lados del paso, eran 4 carriles para circulación, aunque se indicaba dos para peatones y dos para ciclistas. Unos cuantos minutos y parecía eterno el recorrido, llegar a la estructura es impresionante, el grosor de los cables era gigantesco . El paisaje impactante, de un lado Manhattan, del otro, Brooklyn. La circulación de los coches embriaga y puedes ver las barcazas circulando sobre el Hudson.  Una campana me despierta de mi estupor. Me paré en el medio de la circulación, me hago a un lado, pasa un grupo de 6 ciclistas detrás de ese. Me refugio en la sombra de la estructura, la observo de arriba abajo, el detalle, el trabajo. Pienso que es hermosa. Del lado derecho una placa indicando la fecha: 1883, en mi rancho ni luz había (pensé).

 

Abordamos nuevamente el turibús pasamos por debajo del puente, los muelles, llenos de vida, de gente. La gente comprando recuerdos y chinatown, la pequeña Italia. Llegamos por la tarde al hotel, buscamos que comer y nos subimos al tour nocturno.  La vista es esplendorosa, yo solo recordaba la voz de mi abuela cantando: “Ahí quemaron tus alas, mariposa equivocada, las luces de Nueva York” lalara la laaa  Hay viejita, como te hubiera encantado que te contara de todas estas cosas que imaginaste y no pudiste ver….

 

Avanzamos por Times Square, hacia un Empire iluminado con verde blanco y rojo… (México, Méxicoooo rarararaaaa! ) Era 29 de julio. Nos dirigimos al  Manhattan Bridge, una obra estructural esplendorosa. Y de Fondo, Manhattan iluminado. Amé esa imagen en mi mente.

 

De regreso las multitudes de Times Square otra vez, y la luz que irradia hace que te sientas de día, las 12:30. Otra vez nos madrugó. Mañana temprano a tomar el ferry…. Vamos a dormir!.

martes, mayo 14, 2013

Bon giorno principesso!

Me gustan los príncipes. El de Maquiavelo, el feliz, el principito y hasta el príncipe de la canción….

 

Y como toda niña que sueña con príncipes y princesas, mientras mis amigas soñaban con Eric (el príncipe de la Sirenita).  Mi estilo era más bien del príncipe de Borbón, podrían haber sido también los de Gales, pero el mayor estaba muy feo, y sus hijos, un poco chicos para mí.

 

¿Qué atractivo tiene la monarquía que nos hace soñar con castillos y finales felices?.

 

Son todas ésas historias de chiquita, sobre princesas y finales felices que suceden después de un beso de amor….

 

Seguiré besando sapos. ;)

 

 

El Gigante Egoísta

Oscar Wilde

 

 

Todas las tardes, a la salida de la escuela, los niños se habían acostumbrado a ir a jugar al jardín del gigante. Era un jardín grande y hermoso, cubierto de verde y suave césped. Dispersas sobre la hierba brillaban bellas flores como estrellas, y había una docena de melocotones que, en primavera, se cubrían de delicados capullos rosados, y en otoño daban sabroso fruto.

 

Los pájaros se posaban en los árboles y cantaban tan deliciosamente que los niños interrumpían sus juegos para escucharlos.

 

-¡Qué felices somos aquí!- se gritaban unos a otros.

 

Un día el gigante regresó. Había ido a visitar a su amigo, el ogro de Cornualles, y permaneció con él durante siete años. Transcurridos los siete años, había dicho todo lo que tenía que decir, pues su conversación era limitada, y decidió volver a su castillo. Al llegar vio a los niños jugando en el jardín.

 

-¿Qué estáis haciendo aquí?- les gritó con voz agria. Y los niños salieron corriendo.

 

-Mi jardín es mi jardín- dijo el gigante. -Ya es hora de que lo entendáis, y no voy a permitir que nadie mas que yo juegue en él.

 

Entonces construyó un alto muro alrededor y puso este cartel:

Prohibida la entrada.

Los transgresores serán

procesados judicialmente.

 

Era un gigante muy egoísta.

 

Los pobres niños no tenían ahora donde jugar.

 

Trataron de hacerlo en la carretera, pero la carretera estaba llena de polvo y agudas piedras, y no les gustó.

 

Se acostumbraron a vagar, una vez terminadas sus lecciones, alrededor del alto muro, para hablar del hermoso jardín que había al otro lado.

 

-¡Que felices éramos allí!- se decían unos a otros.

 

Entonces llegó la primavera y todo el país se llenó de capullos y pajaritos. Solo en el jardín del gigante egoísta continuaba el invierno.

 

Los pájaros no se preocupaban de cantar en él desde que no había niños, y los árboles se olvidaban de florecer. Solo una bonita flor levantó su cabeza entre el césped, pero cuando vio el cartel se entristeció tanto, pensando en los niños, que se dejó caer otra vez en tierra y se echó a dormir.

 

Los únicos complacidos eran la Nieve y el Hielo.

 

-La primavera se ha olvidado de este jardín- gritaban. -Podremos vivir aquí durante todo el año

 

La Nieve cubrió todo el césped con su manto blanco y el Hielo pintó de plata todos los árboles. Entonces invitaron al viento del Norte a pasar una temporada con ellos, y el Viento aceptó.

 

Llegó envuelto en pieles y aullaba todo el día por el jardín, derribando los capuchones de la chimeneas.

 

-Este es un sitio delicioso- decía. -Tendremos que invitar al Granizo a visitarnos.

 

Y llegó el Granizo. Cada día durante tres horas tocaba el tambor sobre el tejado del castillo, hasta que rompió la mayoría de las pizarras, y entonces se puso a dar vueltas alrededor del jardín corriendo lo más veloz que pudo. Vestía de gris y su aliento era como el hielo.

 

-No puedo comprender como la primavera tarda tanto en llegar- decía el gigante egoísta, al asomarse a la ventana y ver su jardín blanco y frío. -¡Espero que este tiempo cambiará!

 

Pero la primavera no llegó, y el verano tampoco. El otoño dio dorados frutos a todos los jardines, pero al jardín del gigante no le dio ninguno.

 

-Es demasiado egoísta- se dijo.

 

Así pues, siempre era invierno en casa del gigante, y el Viento del Norte, el Hielo, el Granizo y la Nieve danzaban entre los árboles.

 

Una mañana el gigante yacía despierto en su cama, cuando oyó una música deliciosa. Sonaba tan dulcemente en sus oídos que creyó sería el rey de los músicos que pasaba por allí. En realidad solo era un jilguerillo que cantaba ante su ventana, pero hacía tanto tiempo que no oía cantar un pájaro en su jardín, que le pareció la música más bella del mundo. Entonces el Granizo dejó de bailar sobre su cabeza, el Viento del Norte dejó de rugir, y un delicado perfume llegó hasta él, a través de la ventana abierta.

 

-Creo que, por fin, ha llegado la primavera- dijo el gigante; y saltando de la cama miró el exterior. ¿Qué es lo que vio?

 

Vio un espectáculo maravilloso. Por una brecha abierta en el muro los niños habían penetrado en el jardín, habían subido a los árboles y estaban sentados en sus ramas. En todos los árboles que estaban al alcance de su vista, había un niño. Y los árboles se sentían tan dichosos de volver a tener consigo a los niños, que se habían cubierto de capullos y agitaban suavemente sus brazos sobre las cabezas de los pequeños.

 

Los pájaros revoloteaban y parloteaban con deleite, y las flores reían irguiendo sus cabezas sobre el césped. Era una escena encantadora. Sólo en un rincón continuaba siendo invierno. Era el rincón más apartado del jardín, y allí se encontraba un niño muy pequeño. Tan pequeño era, no podía alcanzar las ramas del árbol, y daba vueltas a su alrededor llorando amargamente. El pobre árbol seguía aún cubierto de hielo y nieve, y el Viento del Norte soplaba y rugía en torno a él.

 

-¡Sube, pequeño!- decía el árbol, y le tendía sus ramas tan bajo como podía; pero el niño era demasiado pequeño. El corazón del gigante se enterneció al contemplar ese espectáculo.

 

-¡Qué egoísta he sido- se dijo. -Ahora comprendo por qué la primavera no ha venido hasta aquí. Voy a colocar al pobre pequeño sobre la copa del árbol, derribaré el muro y mi jardín será el parque de recreo de los niños para siempre.

 

Estaba verdaderamente apenado por lo que había hecho.

 

Se precipitó escaleras abajo, abrió la puerta principal con toda suavidad y salió al jardín.

 

Pero los niños quedaron tan asustados cuando lo vieron, que huyeron corriendo, y en el jardín volvió a ser invierno.

 

Sólo el niño pequeño no corrió, pues sus ojos estaban tan llenos de lágrimas, que no vio acercarse al gigante. Y el gigante se deslizó por su espalda, lo cogió cariñosamente en su mano y lo colocó sobre el árbol. El árbol floreció inmediatamente, los pájaros fueron a cantar en él, y el niño extendió sus bracitos, rodeó con ellos el cuello del gigante y le besó.

 

Cuando los otros niños vieron que el gigante ya no era malo, volvieron corriendo y la primavera volvió con ellos.

 

-Desde ahora, este es vuestro jardín, queridos niños- dijo el gigante, y cogiendo una gran hacha derribó el muro. Y cuando al mediodía pasó la gente, yendo al mercado, encontraron al gigante jugando con los niños en el más hermoso de los jardines que jamás habían visto.

 

Durante todo el día estuvieron jugando y al atardecer fueron a despedirse del gigante.

 

-Pero, ¿dónde está vuestro pequeño compañero, el niño que subí al árbol?- preguntó.

 

El gigante era a este al que más quería, porque lo había besado.

 

-No sabemos contestaron los niños- se ha marchado.

 

-Debéis decirle que venga mañana sin falta- dijo el gigante.

 

Pero los niños dijeron que no sabían donde vivía y nunca antes lo habían visto. El gigante se quedó muy triste.

 

Todas las tardes, cuando terminaba la escuela, los niños iban y jugaban con el gigante. Pero al niño pequeño, que tanto quería el gigante, no se le volvió a ver. El gigante era muy bondadoso con todos los niños pero echaba de menos a su primer amiguito y a menudo hablaba de él.

 

-¡Cuánto me gustaría verlo!- solía decir.

 

Los años transcurrieron y el gigante envejeció mucho y cada vez estaba más débil. Ya no podía tomar parte en los juegos; sentado en un gran sillón veía jugar a los niños y admiraba su jardín.

 

-Tengo muchas flores hermosas- decía, pero los niños son las flores más bellas.

 

Una mañana invernal miró por la ventana, mientras se estaba vistiendo. Ya no detestaba el invierno, pues sabía que no es sino la primavera adormecida y el reposo de las flores.

 

De pronto se frotó los ojos atónito y miró y remiró. Verdaderamente era una visión maravillosa. En el más alejado rincón del jardín había un árbol completamente cubierto de hermosos capullos blancos. Sus ramas eran doradas, frutos de plata colgaban de ellas y debajo, de pie, estaba el pequeño al que tanto quiso.

 

El gigante corrió escaleras abajo con gran alegría y salió al jardín. Corrió precipitadamente por el césped y llegó cerca del niño. Cuando estuvo junto a él, su cara enrojeció de cólera y exclamó:

 

- ¿Quién se atrevió a herirte?- Pues en las palmas de sus manos se veían las señales de dos clavos, y las mismas señales se veían en los piececitos.

 

-¿Quién se ha atrevido a herirte?- gritó el gigante. -Dímelo para que pueda coger mi espada y matarle.

 

-No- replicó el niño, pues estas son las heridas del amor.

 

-¿Quién eres?- dijo el gigante; y un extraño temor lo invadió, haciéndole caer de rodillas ante el pequeño.

 

Y el niño sonrió al gigante y le dijo:

 

-Una vez me dejaste jugar en tu jardín, hoy vendrás conmigo a mi jardín, que es el Paraíso.

 

Y cuando llegaron los niños aquella tarde, encontraron al gigante tendido, muerto, bajo el árbol, todo cubierto de capullos blancos.

 

 

 

 

lunes, mayo 13, 2013

Hoy me haces falta....

Soñé contigo.  Dormías junto a mí despertaste y me abrazabas, sentía tu respiración en mi oreja (dejavú). No sé qué nos pasa. Tu juegas a olvidarte de mí y yo a que no me importa, sólo que yo pierdo siempre en el juego...