Madre, hay días donde siento más tu ausencia, donde me cobijan tus recuerdos donde necesito un consejo, y tu vacío se hace más inmenso.
Un día 24, de 1959 llegaste a este mundo en la madrugada, seguramente impetuoso. Te trajo al mundo una partera quizás era lo único disponible en ese entonces, aún hoy es difícil conseguir servicios médicos en nochebuena.
Hoy, tu tía Lupe deja este plano terrenal. El cáncer la invadió y su muerte era inminente, resistió más de una semana, como buena guerrera y nos deja 91 años después de su nacimiento. Tu le tenías gran estima, nunca te pregunté si realmente te sentías querida por tus tías, aunque sé que por tu tía Irma si, se nota, hoy le brillaron los ojos al verme y me dijo que me parezco a ti.
Fue emotivo. Hace mucho que no me sentía así quizás por los eventos del último mes, mi corazón estrujado se encuentra más sensible. Lloré en la misa lloré al abrazar a la prima Desiré y a la tía Sandra, lloré y pensé que habría un momento en donde las lágrimas salieran a borbotones y no dejaría de llorar. Es extraño. ¿Que vínculo hay en la sangre que siento empatia por esas gentes que apenas conozco?. Hoy vi tu vestido verde colgado en mi closet, ese que te diseñé para la boda de Katia y que te encantó. Recuerdo tu sonrisa al posar junto a tus primos, y ese cariño que le guardabas especialmente a esos tus primos, los hijos de tu tía Lupe.
Ay Ma. La voz se me quebra al mencionarte. Soy hija de Martha, la de Florentino. Martha como tu tía, como tu misma. Como tu prima. Martha como muchas en la familia.
- ¿En dónde estas viviendo, hija? - me pregunta la tía Irma.
- En Los Cabos. ¡Ay que bonito es por allá!
- ¿Y estas casada? No, soy felizmente soltera.
- Ay haces bien, así quédate.
Conocía a tu prima Miriam y me invitó a San Diego. Tu prima Claudia me dijo agrégame al face. Hot te sentí entre todas esas gentes, te hubiera gustado saber que fuimos a acompañar a tus primos. Ahí va tu tía Lupe Ma, recibela.
Acá te extrañamos montones.
