No es falta de cariño, te quiero con el alma.
Te juro que te adoro, y en nombre de este amor y por mi bien, te digo adiós…
No es falta de cariño, te quiero con el alma.
Te juro que te adoro, y en nombre de este amor y por mi bien, te digo adiós…
Bunbury
Fue a conciencia pura que perdí tu amor,
nada más que por salvarte.
Hoy me odiás, y yo feliz,
me arrincono pa' llorarte.
El recuerdo que tendrás de mi será horroroso,
me verás siempre golpeándote como un malvao,
y si supieras bien qué generoso,
fue que pagaste así,
tu gran amor.
¡Sol de mi vida! Fui un fracasao,
y en mi caída busqué el echarte a un lao,
porque te quise tanto, tanto,
que en mi rogar, para salvarte,
sólo supe hacerme odiar.
Hoy después de un año atroz te vi pasar,
me mordí pa' no llamarte.
Ibas linda como un sol,
se paraban pa' mirarte.
Yo no sé si el que te quiere así se lo merece,
sólo sé que la miseria cruel que te ofrecí
me justifica el verte hecha una reina,
pues vivirás mejor lejos de mi.
¡Sol de mi vida! Fui un fracasao,
y en mi caída busqué el echarte a un lao,
porque te quise tanto, tanto,
que en mi rogar, para salvarte,
sólo supe hacerme odiar.
Entré a la sala llena de gente, apenas reconocí un par de rostros, pregunté donde estaba Viviana y me acerqué a darle un abrazo. Qué difícil es saber que decir en esos momentos… Después busqué donde sentarme, todos los asientos estaban ocupados y solo atiné en resguardarme junto a una puerta. Sentí mal. No supe donde agarré fuerzas para no llorar.
Entonces lo vi, al fondo de la sala, un segundo y me voltee para otro lado, no pensé encontrarlo ahí. Pasaron un par de minutos y se acercó a saludar, me miró a los ojos y cuando nuestras miradas se cruzaron, le dije: Hola. Le dí la mano a duras penas y ante mi hermetismo, te acercaste a darme un beso, dudé dos segundos pero se me hizo de mal gusto rechazarlo, así que en automático respondí.
Vi a un señor muy parecido a Felipe… ¿Ese señor es su papá? - Pregunté – Si, me contestó alguien. Me acerqué a dar el pésame y quise decir algo, pero se me quebró la voz y no pude. El señor me abrazó consolándome, me sentí mal. Yo quería consolarlo a él y él terminó reconfortándome.
Me devolví a mi lugar y un amigo me acercó una silla. No me sorprendí, pero aquello era un desfile. Muchísima gente, sabía que Felipe era muy amiguero, pero aquello me sorprendió… Ves como eras querido? – Pensé -.
Volvío otra vez, se acercó a mí, se despidió de Jose Manuel con cortesía y luego Se acercó a mí, no fue con mucha confianza, le vi intenciones de acercarse, entonces le extendí la mano pero apenas la tocó, se aferró a ella como queriendo trasmitirme muchas cosas, lo dejé así, solo miraba nuestras manos. Le respondí con una sonrisa y entonces se fue.
-¿Qué sentiste? - Me dijo Dulce mientras le platicaba. – Nada – respondí, era completa verdad.