Decirte que lo superarás no es suficiente.
Hoy la recuerdas, y no dejas de pensar todo el día en ella. El dolor te carcome, piensas que no puedes sufrir más.
Hoy supiste que no la verías más. Sufro por tí, porque yo también perdí y todavía extraño. Recuerdas como te arrullaba en sus brazos y cómo te hacía reír. Eso, ya no lo tendrás.
Nunca dejarás de pensar, pero llegará el día que traerla a tu memoria será un pensamiento feliz. Recuerda que siempre la hiciste sentir especial y como tus logros o el demostrarle tu cariño la hacían sonreír de satisfacción.
No la olvides. Recuérdala viva, y como nunca te dejó caer.
Ese espacio en tu corazón no lo llenarás jamás, pero lo reemplazaras poco a poco con recuerdos que lucharás por no olvidar y que contarás a tus hijos para que lleguen a conocerla, al menos un poco.
Que Dios la reciba con los brazos abiertos y a ustedes les dé paz y consuelo.
Un beso grande.
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