sábado, septiembre 28, 2013

Víctor Manuel

Nos vimos a los ojos, con complicidad. Estábamos en la sala de la casa de tus padres, en una de las torres de Tlatelolco . Mi corazón palpitaba tanto que sentía que podías escucharlo.  Recorriste mi cuerpo con la mirada y sonreíste mientras yo te devolvía la sonrisa. 

 

– Te quiero mucho bebé- dijiste y yo solo atiné en sonreír. - Cuando nos encontramos ese día por la calle no pude decírtelo- me dijo- Mejor no lo digas…  Total!  Eso quedó atrás, mejor no sigas con eso…-te dije-. Me dio mucho gusto verte. ¿Cuánto hace ya? - Yo tenía 23…. 10 años!  Como dice Arjona: Mira si es grande el destino o esta ciudad es chica….  – Odias a Arjona! Y … chico el DF? Ufff por eso lo odio, esas distancias, prefiero mi rancho…  Pero si es algo extraño eso de las coincidencias, millones de personas y encontrarnos en la calle…

 

Te acercaste a mí y me besaste, era un beso que recordaba de años atrás, la sensación era la misma, una energía que emana de tu boca y llegaba a mis rodillas…. Una mezcla de calor y sorpresa. Azúcar amargo, limón y miel…  Me gustan tus besos – te dije – Lo sé- Ese sonidito que haces…. Ufff como decirlo….  – Sólo dilo y ya -. Es excitante.  

 

Sonreí. Debemos irnos, es hora ya-

-No quiero que te vayas-

-Sugus? La verdad es que una parte de mí tampoco quiere irse.

-Quédate-.

-Sabes que no lo haré.

-Eso también lo sé-.

-Déjate de cosas ya.

-Vamos pues, te llevaré.

 

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-Debí haberme estacionado! –

-No importa, de cualquier forma no queda mucho tiempo.  Agradezco de todo corazón este favor…

-No hay de qué…. Sabes que cuentas conmigo y que…

                -No lo digas, así será más difícil..

-Lo sabes?

                -Lo sé. Me das un abrazo?

 

 

Un beso y un adiós.

 

 

 

 

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