No dejabas de mirar mis ojos y yo sólo por tenerte a mi lado ya era feliz.
Platicamos mucho. Me contaste de tu nuevo trabajo y anécdotas de tu vida que desconocía.
Reímos mucho. No dejábamos de tocarnos, el sólo roce de tu mano era una sensación agradable.
Nos besamos, me encantó sentir tu pasión y la que provocas en mí.
Recargaste tu frente en mi hombro y automáticamente mis dedos se deslizaban por tu cabello... Por tu cuello.
Recuerdo tus labios en los míos y me muero por besarte de nuevo...
Me abrazaste al salir del café y canté en tu oído. " De nuevo tú, te cuelas en mis huesos
dejándome tu beso junto el corazón... Y otra vez tu abriéndome tus alas me sacas de las malas rachas de dolor.
Por que tú eres el ángel que quiero yo..."
No me soltaste y nos quedamos unos segundos así, solo abrazados.
Caminamos por el centro sin gente, lleno de casonas viejas y recuerdos.
Por las calles empedradas, con la noche por cobija y todo a media luz.
Caminamos tomados de la mano y yo no podía creer que estábamos ahí.
Tanto tiempo deseándolo y parecía imposible... Y estabas ahí.
En el taxi de regreso me acercaste a ti y estuvimos un rato así... Uno junto al otro.
Mi cabeza encontró el espacio perfecto cerca de tu cuello. Acaricié tu mejilla...
Tu acariciaste la mía y moviste mi rostro desde el mentón.
Buscaste mis labios y nos besamos...
Un largo y tierno beso que no he olvidado.
domingo, mayo 20, 2007
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