viernes, mayo 15, 2015

Toco tu boca...

 

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si

saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me

basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez

la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca

elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con

mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide

exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al

cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan

entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las

bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando

apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado

va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan

hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras

nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de

movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce,

y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa

instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta

madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

 

 

Julio Cortázar - Rayuela

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