martes, mayo 11, 2010

A la Orilla de la Chimenea

Joaquín Sabina

 

Puedo ponerme cursi y decir que tus labios

me saben igual que los labios que beso en mis sueños,

puedo ponerme triste y decir que me basta

con ser tu enemigo, tu todo, tu esclavo, tu fiebre tu dueño.

 

Y si quieres también puedo ser tu estación y tu tren,

tu mal y tu bien, tu pan y tu vino, tu pecado tu Dios tu asesino,

o tal vez esa sombra que se tumba a tu lado en la alfombra

a la orilla de la chimenea a esperar que suba la marea.

 

Puedo ponerme humilde y decir que no soy el mejor

que me falta valor para atarte a mi cama,

puedo ponerme digno y decir toma mi dirección

cuando te hartes de amores baratos, de un rato me llamas

y si quieres también puedo ser tu trapecio y tu red,

tu adiós y tu ven, tu manta y tu frío, tu resaca, tu lunes, tu hastío,

o tal vez esa sombra que se tumba a tu lado en la alfombra

a la orilla de la chimenea a esperar que suba la marea.

 

O tal vez ese viento que te arranca del aburrimiento

y te deja abrazada a una duda, en mitad de la calle y desnuda.

O tal vez esa sombra que se tumba a tu lado en la alfombra

a la orilla de la chimenea a esperar...

 

Y si quieres también puedo ser tu abogado y tu juez,

tu miedo y tu fe, tu noche y tu día.

Tu rencor, tu cuartel, tu agonía.

o tal vez esa sombra que se tumba a tu lado en la alfombra

a la orilla de la chimenea a esperar que suba la marea.

 

O tal vez ese viento que te arranca del aburrimiento

y te deja abrazada a una duda, en mitad de la calle y desnuda.

O tal vez esa sombra que se tumba a tu lado en la alfombra

a la orilla de la chimenea a esperar...

 

 

 


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