martes, septiembre 10, 2013

Hombre que mira el cielo




Mientras pasa la estrella fugaz
acopio este deseo instantáneo
montones de deseos hondos y prioritarios
por ejemplo que el dolor no me apague la rabia
que la alegría no desarme mi amor
que los asesinos del pueblo se traguen
sus molares caninos e incisivos
y se muerdan juiciosamente el hígado
que los barrotes de las celdas
se vuelvan de azúcar o se curven de piedad
y mis hermanos puedan hacer de nuevo
el amor y la revolución
que cuando enfrentemos el implacable espejo
no maldigamos ni nos maldigamos
que los justos avancen
aunque estén imperfectos y heridos
que avancen porfiados como castores
solidarios como abejas
aguerridos como jaguares 
y empuñen todos sus noes
para instalar la gran afirmación
que la muerte pierda su asquerosa puntualidad
que cuando el corazón se salga del pecho
pueda encontrar el camino de regreso
que la muerte pierda su asquerosa
y brutal puntualidad
pero si llega puntual no nos agarre
muertos de vergüenza
que el aire vuelva a ser respirable y de todos
y que vos muchachita sigas alegre y dolorida
poniendo en tus ojos el alma
y tu mano en mi mano

y nada más
porque el cielo ya está de nuevo torvo
y sin estrellas
con helicóptero y sin dios

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HOMBRE QUE MIRA AL CIELO
Mientras pasa la estrella fugaz
acopio en este deseo instantáneo,
montones de deseos hondos y prioritarios.
Por ejemplo que el dolor no me apague la rabia,
que la alegría no desarme mi amor,
que los asesinos del pueblo se traguen
sus molares, caninos e incisivos
y se muerdan juiciosamente el hígado.
Que los barrotes de las celdas
se vuelvan de azúcar o se curven de piedad,
y mis hermanos puedan hacer de nuevo
el amor y la revolución.
Que cuando enfrentemos el implacable espejo
no maldigamos ni nos maldigamos.
Que los justos avancen,
aunque estén imperfectos y heridos.
Que avancen porfiados como castores,
solidarios como abejas,
aguerridos como jaguares.
Y empuñen todos sus noes
para instalar la gran afirmación.
Que la muerte pierda su asquerosa puntualidad.
Que cuando el corazón se salga del pecho
pueda encontrar el camino de regreso.
Que la muerte pierda su asquerosa y brutal puntualidad,
pero si llega puntual no nos agarre
muertos de vergüenza.
Que el aire vuelva a ser respirable
y de todos.
Y que vos muchachita sigas alegre y dolorida,
poniendo en tus ojos el alma.
Y aparte tu mano en mi mano,
y nada más.
Porque el cielo ya está de nuevo torvo
y sin estrellas.
Con helicóptero y sin dios.

Mario Benedetti

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